Sobre los videojuegos. Experiencia personal para papás.




Esta Navidad, Pablo y David han recibido, a los 11 años, su primera consola de videojuegos (un nintendo switch que, luego de investigaciones, es lo que mejor se ajusta a su edad y a nuestros requerimientos). El IPod/IPad llegó hace casi dos años (la idea nunca fue marginarlos de la tecnología) pero el EXPERIMENTO DELIBERADO y específico de la espera con los videojuegos, en medio de la presencia constante y naturalizada de éstos entre sus amigos, arrojó resultados muy positivos:

1) Alargó su interés por los juguetes de todo tipo*: muñecos, coleccionables, figuras de acción, cartas, especialmente legos y otros armables. Su tiempo libre ha estado dedicado a actividades lúdicas y al uso de su imaginación, es decir, lo que ocupa o debería ocupar a un niño común y corriente.

2) Hizo que dedicaran mucho tiempo a actividades al aire libre (las de su interés) como el fútbol y la natación. Ante el aburrimiento: a pelotear, a nadar, a explorar, a ensuciarse.

3) Permitió ejercitar la templanza:
- Pero si todos lo tieeeenen!  
- Ok, nosotros no y no se acaba el mundo, hemos decidido que es mejor para ustedes no tenerlo todavía (explicando siempre las razones). 
En este mundo gregario ser un poco contreras viene bien.
Invitar a una casa sin consolas nos dejó anécdotas interesantes de niños que, con su franqueza habitual, declaraban: "qué bien se pasa en tu casa aunque no tienes videojuegos!".

4) Sin duda nos eximió por un tiempo de los gastos que los videojuegos representan.

5) Dejó que nuestros hijos desarrollaran un fuerte gusto por el cine, la música y también por los libros (con respecto a esto último no hemos llegado al nivel que nos gustaría y trataremos de no arruinar los medianos logros conseguidos). No nos atrevemos a afirmar que esto haya influido en su rendimiento académico pero en todo caso los días entre semana seguirán estando dedicados únicamente a deberes, juegos al aire libre y un poco de tele. En nuestra casa el nintendo es para los fines de semana.

6) El hecho de no tener videojuegos no los convirtió en parias ni en niños amish. Los jugaban con libertad en casa de amigos y estaban familiarizados con ellos. Incluso estos novatos llegaron a ganar partidas contra expertos. 

7) Nos confirió autoridad y credibilidad como padres. Hicimos una promesa: "a los 11 años podrán tener videojuegos" y la cumplimos.

8) Pero la promesa además tenía cláusulas: Si las notas no eran las deseadas de acuerdo a su capacidad y esfuerzo, la consola se iría postergando un año más. Ellos lo lograron. Bad luck para nosotros.

Esta experiencia tal vez pueda ser de utilidad para otros padres. No es una lección, ni un consejo. No queremos ahondar en los estudios varios que co-relacionan abuso de videojuegos con ansiedad, depresión e irritabilidad, basta hacer una sencilla búsqueda para encontrarlos. No hay fórmulas perfectas para criar hijos pero la infancia es tan corta! y a nosotros nos ha resultado divertido compartir durante 11 años con dos chicos activos, curiosos, creativos, conversones, malcriados, necios, peleones, insoportables y adorables en lugar de lidiar con horas de silencio y miradas abstraídas en una pantalla, sobre todo cuando debían estar volcados en otras cosas.

Ahora? están felices, cómo no! La espera ha sido recompensada, mientras que nosotros nos preparamos para otras promesas y etapas: cuándo llegará el celular? qué pasará mucho más adelante con el trago? Esperar ha funcionado. Lo tendremos en cuenta.



*en comparación a otros niños de su edad acostumbrados a los videojuegos.

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